Los otros túneles

Limache portada libro

Resulta que hace unos días, en mi Limache natal, encontraron una serie de túneles que conectaban puntos estratégicos de la ciudad, la mayor parte de ellos, propiedad de la vieja aristocracia terrateniente. Según la información que salió a flote, serían unos cuatro kilómetros que supuestamente van desde la casa patronal de los Eastman (ese apellido que siempre escuchamos, pero del que nunca vimos heredero alguno) hasta los predios de la enorme Cervecería, hoy abandonada a su suerte como un monumento al olvido.

En algún momento uno que otro más avisado supo dar luces de esta posibilidad, en una once, en un bar del centro, en el tren, entre risas o con un halo de misterio. Por mi parte siempre supe que Limache tuvo túneles, eso sí, de otro tipo, túneles por así decirlo invisibles que han logrado unir gente sumamente distinta entre sí. Pienso, por ejemplo, en esa potencia que el pueblo-ciudad siempre ha tenido de reunir a pocos en poco espacio, sin importar si son de origen mapuche o si venían del extinto reino de Génova, si son comunistas o viejas oligarcas, desde místicos new age a huasos bien huasos. En Limache, como también en otros lugares de Chile, aún es posible que el hijo de un tomatero sea amigo del hijo del alcalde o que en segundos un rumor corra más rápido que un campeón olímpico… y así también en otras partes de Latinoamérica y así quizás algo parecido en otros, pero cada vez menos lugares del mundo.

Ahora bien, más allá de que uno quiera particularizar algo infinitamente general, la potencia que da el hecho de encontrar y recuperar estos túneles secretos bajo la ciudad, nos debiera de sacudir para pensar cuál es también el valor de lo que está arriba. Porque el viejo Limache de las casonas y de las poblaciones públicas está desapareciendo a la velocidad de un abejorro. Cada vez más pueblos del interior del país se están uniformizando, pareciendo todos estaciones de paso, avenidas de unos pocos negocios, baldíos convertidos en farmacias o centros comerciales.

Y esto podría ser el comienzo de una larga lista de actos que debieran de movilizarnos: Por qué tener una enorme estructura manchesteriana como la cervecería de Limache en la inutilidad, tirada como un papel en el suelo, con toda la posibilidad de ser un centro cultural que brinde diversos talleres artísticos y que recopile la historia obrera de la zona. O la casa Eastman, por qué no convertirla en un paseo que muestre la explotación agrícola y humana, un paseo por la historia de la opulencia y el absurdo de una serie de mitos que la coronan; ¿Y la casa de los Garaventa? Qué otra casa tiene mayor valor en la zona que esa, además para honrar a uno de los científicos más importantes del país, el botánico Agustín Garaventa que planeó uno de los jardines más increíbles hechos por una sola persona, recopilación de la flora de los más de 25 microclimas del valle y de varios otros valles del país; por último, el Canal Waddington, considerado por el historiador Vicuña Mackenna como una de las obras de ingenierías señeras del siglo XIX, por qué no ponerlo en valor, como un paseo para las familias recuperando el campo como paseo público. ¿Todo esto para qué? Para que los jóvenes no tengan que irse, para que no sea una ciudad dormitorio, para que los ciudadanos se empoderen de sus decisiones, para que los viejos sean los protagonistas de esa recuperación.

Hay mucho que hacer en un pueblo como Limache y esos túneles deben servirnos para reunir voluntades, desde exigir un hospital decente a la ampliación de la biblioteca, desde el mejoramiento de la luminaria a la creación de parques en las áreas más carenciadas, plantear otras formas de hacer energía que no sean las industriales y que destrozan nuestro entorno… para uno que se fue de la ciudad, cuando vuelve se emociona de ver ese paisaje impactante surgir alrededor, mirar desde cualquier cerro ese espectáculo, caminar la Avenida Urmeneta en otoño o respirar en la Cuesta de la Dormida (muchas veces hay que perder para saber lo que se tiene). Transitar un túnel nos debiera de exigir esperar una salida, imaginarnos el lugar que está del otro lado, acercar realidades que parecen imposibles, transformar la oscuridad en un plano abierto de luz.

5 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Avatar de CARMEN VERA MIRANDA. CARMEN VERA MIRANDA. dice:

    rEALMENTE MUY CIERTO…COMO LIMACHINA ES TRISTE VER COMO LIMACHE VA PERDIENDO SU IDENTIDAD Y SUS AUTORIDADES NO HACEN NADA.

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  2. Avatar de Elena Pangui Elena Pangui dice:

    mi Limache, esta muy bonito, nunca vi, tan verde y a gente limpiando las calles, nosotros los adultos debemos enseñar a no botar papeles y basura en cualquier parte, lo que si hace mucha falta un buen Hospital, unas empresas para poder trabajar, sacar la Carcel del centro, y un gran Hotel…

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  3. Yo tambien soy Limachina » nacida y criada » en estos bellos parajes , que como dices , se van perdiendo , con farmacias , grandes cadenas y centros comerciales … , ahora estoy viendo con pena un edificio de altura , para mi gusto , los podría comparar con los nichos del cementerio , rompen el encanto de un lugar aún de belleza natural .. .

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  4. Avatar de Felipe Felipe dice:

    Hola, la Foto de la nota a que lugar corresponde?

    saludos!
    Felipe.

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    1. La foto es la casa de Agustín Garaventa, en calle República.

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