Tres poemas para septiembre

once

VIII
Podrían pasar cuarenta años
los lobos secar su pelaje en las rocas
y así y todo yo no podría decir nada nuevo
pienso en un cangrejo que se despedaza
la arena brilla bajo el movimiento de las olas
porque estuvimos tantas veces en esas playas
dejando que el viento sacudiera las preocupaciones
y todo el tiempo pasó por sus lentes oscuros
como quien piensa la palabra que esconde
del fondo los muertos hablan con un lenguaje de arena
el Purgatorio para Dante era también una playa
las almas guiadas por algo tan ridículo como un ángel
de los altavoces indican el itinerario de los trenes
porque podrían pasar cuarenta años
hacer una elipsis con los nombres que faltan
o cruzar el pasillo del colegio hacia la capilla
su olor a flores asientos correctamente ordenados
el castigo de copiar poesía por la tarde o el odio parido al verso
pero escapábamos en bicicletas por el ripio
y piedritas entraban en los zapatos
esa fue la infancia Jeanne
tardes de pan con palta videojuegos
el valle cerrándose con el movimiento de las montañas
todas las cartulinas azules del mes del mar
y las fotocopias desgastan el rostro original
o como la profundidad alterada tras el terremoto
las olas sucesivas en la rompiente
aunque un día estuvimos enamorados uno del otro
los pueblos se volvían polvo y nos despertaba el sonido de la
/tierra
derribamos una casa para ver el río
los tordos habitar un sonido que perdió su origen
las películas inglesas que vimos pueden eliminarse
el calor de un verano dar en tu cara
nos imaginamos varias veces a los cuarenta años
el idioma del mar acurrucando sueños en ocho milímetros
llegar por la noche a la cabaña a limpiarse los pies.

IV
A mi abuelo los pacos le sacaron un auto
se lo devolvieron a los seis meses
pero a él no le pasó nada
Mi mamá fue a una protesta a los días
un tío la rescató de entre la multitud
pero a ella no le pasó nada
Mi papá era tercer piloto mercante
supo que habían arrojado cuerpos al mar
pero a él no le pasó nada
Un amigo desenterró libros de su casa
casi veinte años atrapados en la humedad
pero a ellos no les pasó nada
Fuimos afortunados pequeña Jeanne
y pensé en lo distinto
una llovizna como la de esa noche en el bar
las fuerzas especiales cerrando el liceo
con los chicos nos sentamos en la plaza
tenían hambre frío no tenían dónde ir
jugamos a hacer mímica adivinando películas
conversamos con unas galletas
de a poco se me fueron acercando
una ballena con crustáceos en la espalda
rimando sonidos en esa densidad
cómo y dónde duermen me pregunté
por qué varan en playas desiertas
y las niñas que desaparecían para prostituirse
y la otra que fue violada por el papá
la chica golpeada por la madre
el que vivía en un parque cerca de mi casa
o el punk que nació para vivir en un hospital
los que nunca tuvieron infancia obligados a trabajar
mi mejor alumna se suicidó
escribía poemas obras de teatro enormes
terminaba antes que todos
nunca entré en su mundo
la excusa de las cuarenta y cuatro horas no es suficiente
esa tarde Jeanne la lloré entera pensando que pude ser yo
y si me quiero acordar de su nombre no puedo
y si quiero ser otro no puedo
y si quise ser un hombre ejemplar
recuerdo sólo esa mañana en Peñalolén
los tordos picoteando semillas
nubes de gas lacrimógeno
surcando la ciudad.

TRAS VISITAR EL PARQUE DE LA MEMORIA
En el país de mis cuatro años no había música que recuerde o fuimos al parque

con otros niños
en el pasaje jugábamos a las bolitas o con autos de plástico pero nunca más allá

de la línea
(a los niños los viene a buscar un auto negro les ofrecen dulces les sacan las corneas el hígado el baso (pero el baso no sirve para nada))
mientras mi mamá cocinaba o le escribía una carta a papá yo me sentaba a oír

los temblores pasar bajo la alfombra
habían otras parejas que las habían distanciado él con una casa en el mar ella mirando

florecer el desierto
eran como nosotros tenían una tele una radio les gustaban los libros los domingos por

la tarde conversar con los vecinos cortar pedacitos de queso servirlos en la

boca del otro
escribe escribe escribe y el censurador llegando a su casa a jugar con sus hijos la

chaqueta colgada de la silla mi amor este fin de semana arrendaremos una casa

en la playa tiene forma de A habrá sol y una habitación para los chicos

las cenizas confiscadas el silencio de recordar es un acto revolucionario aquí

fueron treinta mil y no me puedo sacar la imagen de que eran como nosotros se

decían te amo se abrazaban discutían anotaban los gastos tomaban desayuno

Deja un comentario