Mi novia la llama la gritona. Mis amigos la llaman la gritona. En el trabajo la llaman la gritona. En general todo el mundo le dice la gritona. Y si no se puede cantar de otra forma, no te queda otra que subir la voz. Desde Almismotiempo, Camila Moreno ha venido sonando en toda Latinoamérica con una fuerza que parecería sin precedentes. Música política, música de amor, música de poesía, en sí de combate, en Panal explora un ambiente mucho más personal que, por lo que podemos intuir -y sin mucha dificultad- refiere a un quiebre amoroso. Quiebre y avance también hacia otras tradiciones, a ratos un disco que se topa mucho con el Artaud de Luis Alberto Spinetta y esa psicodelia embriagante y laxa, acústica, con letras a lo Violeta Parra y acompañamiento de folklore mapuche. Un disco que es una joyita, escucharlo en el colectivo es de una melancolía gloriosa, dulce hasta el mareo o la pérdida completa del equilibrio. Es un trabajo boscoso, lleno de referencias a árboles, apariciones espectrales de seres amados, voces tristres (una buena asimilación de Bjork), instrumentos tristes y a la vez hermosos. Imagino un árbol de mandarinas azotado por la tormenta y desperdigando sus pequeñas flores. Una vez supe de un poeta que se le acercó a Camila en un bar y le regaló su libro «para que aprendiera de la nueva poesía»; en realidad el poeta debió de haber hecho el movimiento inverso: aquí hay una forma para cantar la injusticia, la mugre de un sistema de consumo, un corazón consumido por otro. A gritos, susurrando.

1. «Incendié» 2:40
2. «De qué» 4:06
3. «Raptado» 4:09
4. «Panal» 3:15
5. «Mandarina» 5:05
6. «Te quise» 3:52
7. «El amor a las hierbas salvajes» 2:59
8. «Caer» 3:45
9. «Yo enterré mis muertos en tierra» 3:27
10. «Sabré si al final» 3:57
11. «Idea» 2:38
12. «Ya no tengo cuidado» 2:52
13. «Nada que ver» 5:14

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