три песни (tres poemas del nuevo tordo)

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Pequeña Jeanne de Montreal
este comienzo nunca fue bueno
¿Qué hacer? ¿Cómo devolver la marcha infinita de las cosas?
¿Cómo encontrarse en otra parte que no sea esta pobreza
nuestros dobles sueltos por el mundo? Lo que debí o no de hacer
o lo que pudimos o debimos está en el vagón de un tren
deja pasar el paisaje tras la ventana
finge que se vive otra forma que no sea esta
la ficción de cada cual atravesando Buenos Aires
la fina llovizna sobre tu bicicleta pequeña Jeanne
lo que aquí dejaste te esperara intacto
en Uganda en Praga o en todos esos lados
de los que me hablaste en el bar y en donde nunca he estado
tu cara al despedirme en la puerta
y lo hubiéramos dado todo y nada por una novela
¿has llegado a Montreal? ¿Quién te recibió?
Nunca seré un juguete que quepa en una valija
nada merece ser guardado
y en fin qué punto somos dentro del diseño infinito de las cosas
qué objeto nos define al ser puestos en una sala en blanco
a baja luz como el museo donde trabajabas
la gente buscando huesos de dinosaurios
los perros de mi barrio fuera de la carnicería
ser actor sobre un escenario desértico
trabajar los domingos y perder la luz de los parques
el sonido de los vagones al entrar en la provincia
nos faltó cuerpo para entrar a esas dimensiones
mientras la playas se sacuden al viento
las ciudades arden y toda promesa es una revolución posible
he estado en menos de la mitad de los lugares que nombro
nunca usé un pañuelo en la cabeza y me hubiera gustado esto o aquello
con tal de haber nacido en otro ángulo de este diagrama
lo que alcanzas a llevar de ti a otro sitio
donde un lenguaje distinto hace funcionar el alumbrado público
te preguntas cuál es el fin de todo encuentro azaroso
el olvido de cualquier anterior la máscara de una comedia veneciana
la pobreza de la traducción o cómo decir lo que se debe en el momento justo
la noche es un maestro cuando soñar es una mala sinopsis
pensar las mañanas de té con especias
sobrevivir con un séquito de niños hambrientos siguiendo tus pasos
te digo los antiguos pueblos normandos
doblaban las ramas de ciertos arbustos
para medir con la sombra el movimiento del tiempo
una rosa sobre la última mirada que hechas a tu habitación
tu amigo que quiso dibujar un árbol en la pared
al extrañar la forma salvaje de la naturaleza
¿Has llegado a Montreal pequeña Jeanne?
¿Quién sustituirá el espacio que dejan los muertos?
Me he dedicado a recoger fotografías antes de conocerte
pienso que no sirvo para nada más que eso
una es de un tiburón en una pecera sostenido en un líquido denso
la monstruosidad de reproducir el pasado en el presente
te dije debimos de habernos conocido antes esto es tuyo estaba en el mesón
y tienes el rostro de esas muñecas de porcelana
lo mejor sería no consultar las cartas del tarot
otra imagen es el mapa de un barco para el transporte de esclavos
te pregunto ¿existe el amor en esas circunstancias
puede la fractura de toda dignidad ser el punto ideal?
me hablaste de pueblos en donde la gente no elige vivir
veo el post de un exalumno del liceo donde fui profesor
decepcionado de quien resultó ser no sé si mi vida es tan de perro o una farsa
te ayudo a sacar la bicicleta nos reímos en cualquier momento llueve
en las noticias hablan de Egipto, Siria, Brasil
merde, ben tant pis, je viens quand même
Pequeña Jeanne y tu vestido de gitana en otra vida en otra parte
esto no es el viaje en el transiberiano ¿Cuánto falta para Montreal?
Y si te digo que una vez pensé en tener una casa hijos un trabajo estable
que me vine a esta ciudad escapando de mi mismo
que nadie puede escribir algo decente si no ha pasado hambre, frío, calle
ver una generación apostando sus mejores años engañados por el poder y la avaricia
te llevas un tordo a Montreal Jeanne
nos vimos solo cuatro veces y esto podrá parecer una escusa
para decir un puñado de cosas sobre un plano
Pedimos otra cerveza nombras a Boris Vian
a lo lejos la bocina del tren
ninguno de los dos nos acostumbramos a las diagonales
te llevas un tordo y dices ahora sabré quién eres
tengo tantas cosas que no quiero dejar atrás
Berenjenas sobre masa cosida
cambia todo en este mundo ayayai
Nos acercamos te toco la cara por primera vez
basta Jeanne ¿Has llegado a Montreal?

II

La tos curvándose a través de las formas
desde el liquido amniótico que la cubre
hasta un oído único e indivisible
una bandada de cuerpos celestes
girando en torno al silencio
y la garganta raspa
como quien raspa el dinero que no tiene
un cupón de la lotería
la ciudad es cruzada por un río
a esa altura la luz se despoja
hay carros donde venden postres
y parrilladas por donde pasan cartoneros
un mundo de papel en las espaldas
posibles cajas que embalarán posibles objetos
posibles chinos en fábricas en miniatura
las máquinas cantan al atardecer
sus rodillas tiemblan el metal brilla al caer
los pájaros se dispersan por el hemisferio
amansan el aire hasta volverlo lento
él los mira formar una V
piensa en sus lugares de descanso
los causes erosionados por el ruido
sus luces intermitentes, chimeneas
y al final se vuelve inútil extender el sonido sobre las cosas
todo se vuelve aburrido como para un japonés
que ha olvidado el nombre de sus ancestros
la entonación de las palabras
pasa el fantasma de un avión
las cabezas giran en su búsqueda
mientras una mujer blanquea las piedras
de un templo en ruinas
los sermones se dispersan hasta volverse arena
las cabezas giran
los pulmones tosen
me respondes vivo en una caja de cartón
donde no puedo descubrir si mi corazón está vivo o muerto
no me preguntes tanto
El mar necesita sacrificios.

III

el cadáver tantea la humedad
arrojado a un lugar que desconoce
desde una araucaria la noche en forma de pájaro
ninguno de nosotros estuvo ahí o fue arrestado
la bala adentro borbotea al pasar del río
su figura se pierde entre la niebla
como una sombra que asoma entre los hielos
el primero en descubrirla fue nuestro vigía
la voz y solo la voz de su crujido
el barco cercado como han cercado los barrios
y no quedó más que un país o un teatro pobre
el telón montado por quienes traicionaron al hambre
para acabar con la gravedad de las cosas
el lenguaje queda corto para hablar de la miseria
y yo te pregunto Jeanne si alguna vez supiste
de una historia más triste que la nuestra
si alguna vez supiste de una generación mas cómoda
sentada bebiendo todo el alcohol del mundo
comiendo hasta negar los clásicos a sus hijos
en la ignorancia del que nunca se contentó con nada
al final los poetas se preguntan
si este es el tono ostensible de las cosas
en el océano las algas se sacuden lentas
y peces se pasean sin color ni destino
arriba las olas se agitan revolcándose
la poesía es inútil ante el poder de un muerto
que reclama volver a hablar su idioma
subir la montaña donde vio espumar el mar
vestir al chico bajo la lluvia hacia la escuela
el mejor alumno en el peor de los empleos posibles
y la bala sale del cuerpo y da en otro
mientras un cura se pone entre los hombres
ándate a la mierda si no sabes escuchar
les grita como un terremoto al pasar bajo tierra
fue en Santiago la misma ciudad donde ejercí de profe
esa bala pudo ser mía tuya o de un estudiante
o del último espécimen de un animal que cae lento
con todo su pellejo el hocico roto
allanan su casa el rocío avanza.

IV

A mi abuelo los pacos le sacaron un auto
se lo devolvieron a los seis meses
pero a él no le pasó nada
Mi mamá fue a una protesta a los días
un tío la rescató de entre la multitud
pero a ella no le pasó nada
Mi papá era tercer piloto mercante
supo que habían arrojado cuerpos al mar
pero a él no le pasó nada
Un amigo desenterró libros de su casa
casi veinte años atrapados en la humedad
pero a ellos no les pasó nada
Fuimos afortunados pequeña Jeanne
y pensé en lo distinto
una llovizna como la de esa noche en el bar
las fuerzas especiales cerrando el liceo
con los chicos nos sentamos en la plaza
tenían hambre frío ni donde ir
jugamos a hacer mímica adivinando películas
conversamos con unas galletas
de a poco se me fueron acercando
una ballena con crustáceos en la espalda
rimando sonidos en esa densidad
cómo y dónde duermen me pregunté
por qué varan en playas desiertas
y las niñas que desaparecían para prostituirse
y la otra que fue violada por el papá
la chica golpeada por la madre
el que vivía en un parque cerca de mi casa
o el punk que nació para vivir en un hospital
los que nunca tuvieron infancia obligados a trabajar
mi mejor alumna se suicidó
escribía poemas obras de teatro enormes
terminaba antes que todos y nunca entré en su mundo
la excusa de las cuarenta y cuatro horas no es suficiente
esa tarde Jeanne la lloré entera pensando que pude ser yo
y si me quiero acordar de su nombre no puedo
y si quiero ser otro no puedo
y si quise ser un hombre ejemplar
recuerdo solo esa mañana en Peñalolén
los tordos picoteando semillas
nubes de gas lacrimógeno
surcando la ciudad.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Avatar de carolina carolina dice:

    Simplemente este poema me tocó en lo hondo

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