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Estos poemas son un homenaje a dos grandes poetas de la región de Valparaíso, Ennio Moltedo y Rubén Jacob, desaparecidos repentina y sorpresivamente. Se les echa de menos y me imagino que mucho en la librería Altazor de Viña del Mar o en el restaurant Samoiedo. Vayan a ellos mi agradecimiento por su obra y su implacable ética ante el oficio de escribir.
Ambos poemas pertenecen al libro “Tordo” cuya primera versión se publica pronto en Buenos Aires. La foto es de mi hermano Juan Ignacio, chico promesa.
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CLARABOYA
A Ennio Moltedo
Mejor colgar las llaves, tu casa queda abierta. Las barandas encostradas en sal y tus lentes animados por el movimiento del sol. Hay una paz que va de tu silla a mi libro y queda en el valle que ocultaste con la palabra. La noche no es más que otra de las que inventaste, como la forma ovalada del silencio o la grafía marina de la muerte.
He aquí el finiquito de este oficio atroz. Nadie se dio cuenta; tu oficina, una libreta, el amor a los cables y a las puertas.
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SARAJEVO
In memoriam Rubén Jacob
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Los pianistas perdidos en Sarajevo
y todos aquellos que sucumbieron
como niños
al fondo de una fosa
sabrán más tarde que nunca
que The Boston Evening Transcript
contará algún día su debacle
la vida que perdieron viviendo
en la esquina o en una calle
donde un poeta se asoma
a oír francotiradores
preguntándose
por qué los amigos ya no escriben
o reviviendo la suerte de esa mañana
al no perder las piernas
en la fila para el pan
pero la noche cae
y desearía leer ese vespertino
en algún restaurant frente a la costa
posando la servilleta en las rodillas
encendidas las lámparas de tulipas
el mar revolcándose
espumando contra las rocas.
