Siempre será gratificante y un honor, tener la posibilidad de referirme al gran poeta Ezra Pound. Supo como nadie erguirse sobre el cenagal, sobre el detritus de esta raza empequeñecida y estúpida, para componer sus cantos a la manera como Homero escribió los cantos de Troya.
Por Leonardo Robles
Siempre será gratificante y un honor, tener la posibilidad de referirme al gran poeta Ezra Pound. Supo como nadie erguirse sobre el cenagal, sobre el detritus de esta raza empequeñecida y estúpida, para componer sus cantos a la manera como Homero escribió los cantos de Troya.
Muchos lo criticaron de arcaizante, de fascista y de lunático. Mercachifles de la mentira que no supieron entender la atemporalidad de su propuesta y enlodaron la figura y reputación del además músico y crítico que perteneció a la llamada “Generación perdida”, así como también Ernest Hemingway, escritor con el que compartió en varias ocasiones su pasión por el boxeo trenzándose a golpes.
No le dieron el Nobel por apoyar a Mussolini, pero principalmente porque criticó cada vez que tuvo oportunidad el capitalismo de Estados Unidos, a pesar de merecérselo con creces. Lo que Pound más detestaba era la usura, cosa que para él, era casi lo opuesto al amor.
Sin embargo en nuestro país, Pound ha sido siempre valorado. Ignacio Valente lo ha defendido ante las masas, así como Gonzalo Rojas y José Donoso, por sólo mencionar unos cuantos. Ejemplo de esto, es que hace un mes la Editorial Universitaria publicó “Antología de Ezra Pound: Homenaje desde Chile”, a cargo de los poetas Armando Uribe Arce y Armando Roa Vial, expertos en la obra del norteamericano enamorado del clasicismo italiano.
Los poetas chilenos realizan una selección que abarca desde sus primeros libros como “A lume spento” (1908), “Personae” (1909) y “Canzoni” (1911); pasando por algunos fragmentos de los “Cantos”, para seguir con algunos poemas inéditos donde destaca “Poema de guerra”, del cual me permitiré reproducir un trozo: “Guardad silencio, poetas de mala muerte;/ vosotros, que nueve de cada diez años/ los pasáis a la caza de la gloria/ Con fusiles de juguete;/ Guardad silencio y dejad el turno a los soldados/ y no intentéis recoger vuestra mísera fama…///
La traducción es correcta sin llegar a ser una de las mejores, pero lo que más resalta de este libro es un compilado de textos sobre Pound escrito por autores tan diversos como Miguel Serrano, José Miguel Ibáñez Langlois, Ludwig Zeller, Raúl Zurita y hasta contiene incluso un par de desquiciadas misivas enviadas por el viejo Ezra a Gabriela Mistral. De lujo.
Ahora lo llamativo, es que en estos textos, la figura de Pound funciona como un espejo para quienes escriben sobre él. De este modo, Serrano lo ve como casi un maestro del esoterismo; Zurita como el custodio del Paradiso, etc. En resumen, un volumen hecho con cariño y admiración, que supera las buenas intenciones con creces.